BIEN, parece que otra vez lo han conseguido.
La ruina es una rutina cuando anda por medio el socialismo, igual da en su versión democrática que en la totalitaria, en la progre que en la bolchevique.
El siglo XX y lo que llevamos de este sufrido XXI, no dejan lugar a dudas razonables.
El socialismo, como todas las grandes religiones, es adaptable a los climas y sociedades más diversos, y hay que reconocer que algo verdadero alienta en él cuando en todas partes consigue el mismo efecto:
el hundimiento.
Con España lo ha intentado con verdadera saña y alevosía, tres veces en ochenta años. En paz o en guerra, con república o monarquía, su misión no es otra que probar que este país, en el que nunca ha creído, no es más que una escombrera histórica y, una vez en el gobierno, conducirnos a ella. Quizá sea ese el misterioso punto de encuentro de los socialistas con nuestros nacionalistas domésticos, por el que tantos se interrogan.
Estos nos consideran un auténtico residuo, los socialistas hacen realidad su creencia.
Y otra vez lo han logrado.
En el guano estamos, señores, esta es la triste y durísima realidad que se revela en ese 8'51 por ciento de déficit público del año 2011, año del desgobierno supremo, de la traca final del zapaterismo, de la inactividad y dejación de funciones para que el señor Rubalcaba no fuera a perder más votos.
Más de 90.000 millones de desviación y lo que todavía ni sabemos, que ahí queda Andalucía hecha una inmensa alfombra bajo la que todo se tapa. ¿Quién puede creerse ese 3'2 por ciento declarado de déficit andaluz cuando Castilla la Mancha ha llegado al 7'3 y Extremadura al 4'6? Y eso que allí en mayo les cortaron las manos a los Barreda, Vara y compañía
¿Qué cadáveres malolientes, qué montañas de facturas habrá todavía que descubrir en esta tierra? Nadie lo sabe, pero nadie duda acerca de quiénes habrán de correr con los gastos del sepelio.
No mire para otro lado, querido amigo, y vaya preparando la cartera. Aquí no va a haber milagros porque, entre otras cosas, nadie cree en ellos.
Cualquiera esperaría cierta contrición, un leve sentimiento de culpa en quienes son feroces fiscales de las conductas ajenas. Pero en plena cuaresma la Trapa sigue vacía, ninguno ayuna, todos siguen cobrando del erario y hasta han llovido condecoraciones.
Ahora amenazan con salir a la calle, pero no como los desahuciados y parados que han dejado a la intemperie, sino como dueños de ella. ¿Para qué? ¡Qué pregunta! Para seguir en lo suyo de siempre: excrementar el país y buscarnos la ruina.
Rafael Sánchez Saus
(Tomado de la edición digital del Diario de Cádiz del 01/03/2012)
1 comentario:
Después del crimen de arruinarnos a todos y de acabar de dividir a los expañoles, ahora la izmierda quiere encabronar a la gente hasta niveles guerracivilistas.
Parece que no aprenden lo peligroso que es jugar con fuego.
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