Hay que ser ingenuo, tonto y cobarde para creer que los insaciables chantajistas, que lo desprecian lo ningunean y lo insultan una y otra vez, se van a conformar. Esa gentuza solo entiende un idioma. El suyo propio: mano dura.
Y saldrían huyendo como ratas, como ya hicieron en la II República Companys y sus secuaces.
Ochenta años de tranquilidad y progreso asegurados...
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